

TESTIMONIOS
Cada historia que lees aquí es el reflejo de un camino recorrido con valentía. Son palabras sinceras de personas que se permitieron buscar ayuda y encontraron un espacio seguro para crecer, sanar y descubrirse.


Noa (alias)
El espacio con Eva siempre ha sido un espacio donde me encuentro a mí con todos mis defectos y potencia, al lado de una persona que me acompaña desde la empatía y respuestas que me permiten una introspección que sirve al propósito de mejorar de manera constante. En el proceso terapéutico me siento escuchado, cuestionado, y motivado a encontrar respuestas incluso ante situaciones que inicialmente son incómodas pero que regularmente ahí es donde están las verdaderas respuestas.
Siempre recuerdo este espacio como un lugar necesario, al que sin duda, volver, siempre es una garantía de que continuarás dándolo todo en la vida, sin poner en riesgo tu equilibrio

Nohemí
En este proceso terapéutico que camino contigo, aprendo a habitarme con más conciencia, a entenderme desde un lugar más amoroso, a dejar de ignorar lo que siento, y a reconocer que incluso mis partes más difíciles tienen algo importante que decirme.
Gracias a este espacio que construido con tanta humanidad, me permito sentir sin juzgarme tanto, observar sin exigirme perfección, y abrazar mis emociones sin necesidad de huir. Comienzo a entender que mi vulnerabilidad no es debilidad, sino una puerta hacia mi verdad más profunda.
El camino sigue siendo imperfecto, con ires y venires, con altos y bajos, pero hay una diferencia esencial: cuando cometo errores, ya no me pierdo como antes. Ahora los veo con más claridad, los atravieso con más compasión, y regreso a mí más pronto. Y eso, aunque parezca pequeño, lo cambia todo.
Gracias, Margarita, por tu presencia, por tu escucha, por ser un faro en medio de mis mareas. Mareas que ya no son tan altas ni tan desbordadas, ahora se sienten más tranquilas, más serenas. Porque al conocerme, mis aguas han ido encontrando calma.



Evelin
Eva
Te conocí sin querer conocerte,
arrastrando la certeza de que nada
podría sembrar en mi tierra reseca.
Llegué con las manos vacías,
sin fe,
con pasos separados por largas pausas,
como quien mira de lejos para no involucrarse.
Y, sin embargo,
cada encuentro tuyo
fue abriendo una grieta de luz,
hasta permitirme
la honestidad desnuda
de un momento desesperado.
No fuiste solo oídos,
fuiste espejo que cuestiona,
manos que sostienen,
faro que entrega herramientas
para navegar las mareas internas.
No eras mi reflejo en la piel,
eras mayor,
pero tu visión decolonial
me abrazó entera.
Podía hablarte
de feminismo y racismo,
de emociones y pensamientos,
del ser y del no ser,
sin temor a la incomprensión.
Gracias, Eva.
Porque ser terapeuta como tú
no se aprende en un título,
sino en la entrega de sostener
el frágil hilo de una vida,
en acompañar a alguien
a vivir más liviano,
más libre.

Paola
La terapia con Eva ha sido fundamental en mi proceso de recuperación, estaba en un punto crítico de mi vida en medio de procesos de duelo, depresión y burn-out, que no tomé tiempo de tratar en su debido momento.
Eva me ha acompañado en estos momentos difíciles, siendo apoyo y guía, en el proceso de conocerme a mí misma, mis capacidades, mis límites, poder reconocer mis emociones y saber identificarlas y escucharlas.
Eva es una persona muy calurosa, empática y receptiva, me siento muy cómoda y contenta de hacer terapia con ella. Me ha enseñado muchas cosas que estoy utilizando ahora como una herramienta de conocimiento propio y como un superpoder para seguir adelante.

